El día 20 de diciembre de 2012 los apoderados del Colegio República Dominicana de la Florida, fueron notificados de la decisión arbitraria que significaba el cierre del colegio por decisión del Alcalde Rodolfo Carter sosteniendo como argumento los bajos rendimientos de los alumnos y la disminución del matricula. Siete días después, los apoderados, especialmente madres, deciden iniciar una toma del establecimiento, la que se mantiene hasta el día de hoy, bajo la bandera de “reapertura inmediata del colegio”. Pasado más de dos meses de toma, y frente la negativa de las autoridades comunales en reabrir el establecimiento, las madres de los niños afectados, toman la iniciativa de comenzar las clases pese a las condiciones en las que se encontraban el día 4 marzo, contando con el apoyo de profesores voluntarios (estudiantes, profesores jubilados y otros) provenientes de distintos sectores. Así, un medio de información relata como fue ese primer día de clases: “La mañana del pasado lunes 4 de marzo, la escuela básica República Dominicana de La Florida comenzó su año escolar 2013 como usualmente lo hacían. Se formaron los alumnos en la entrada, entonaron el himno nacional e izaron la bandera frente a algunas autoridades, concejales, el actual diputado y candidato a senador Carlos Montes, la candidata a diputada Camila Vallejo y un grupo de apoderados y dirigentes sociales. Nada raro a excepción de una cosa: el colegio está con orden de cierre y si funciona es porque está controlado por una docena de apoderados”[1].
Si bien, en un inicio hubo una gran rotación de profesores, hoy se encuentra con un cuerpo sólido de profesores comprometidos. Gracias al vinculo que se generó entre las apoderas del ex colegio (hoy escuela) y el Departamento de Estudios Pedagógicos de la Universidad de Chile (DEP). Desde el primer día (1 de Abril del 2013) en que las madres concurrieron a las dependencias del DEP, tanto de las autoridades como estudiantes se comprometieron a prestar el apoyo que fuera necesario para aportar en la lucha que estaban dando las madres. Así, el DEP comenzó a tener un rol importante dentro del desarrollo pedagógico del establecimiento, llegándolo a reconocerlo como centro de práctica. Por otra parte, los estudiantes desde un comienzo, asignaron horas y días de manera voluntaria al proceso de autogestión que venían dando las madres.
Con el paso del tiempo, los lazos de confianza se fueron fortaleciendo, permitiendo la sociabilización de ideas, experiencias y expectativas del proceso que, como comunidad, comenzaban a vivenciar. Lo que generó como resultado la transformación del “petitorio” inicial desde “la reapertura inmediata” a la “construcción de proyecto educativo de control comunitario” (proyecto que aún se encuentra en construcción). Dentro del mismo proceso, y debido a la negación de las autoridades en la reapertura, por parte de la comunidad se toma la decición de realizar exámenes libres para validar tanto la experiencia de autogestión educativa como el año académico de los niños y niñas que asisten a las clases.
Sin embargo, la experiencia no ha sido solo color de rosa, las distintas dificultades tanto al completar los horarios con docentes voluntarios – que dividen su tiempo con el trabajo en otros colegios, con las obligaciones universitarias, con asuntos familiares, etc -, la falta – a veces – de recursos para completar algunas actividades, de contar con el desayuno y almuerzo de los niños y niñas, han sido algunas de las que se ha enfrentado la comunidad educativa que hoy sostiene un proceso de autogestión educativa. Así lo constató un medio radial en su informativo online, afirmando que el establecimiento “sigue funcionando hoy bajo un modelo de completa autogestión, a cargo de los apoderados”.[2] Así, bajo lógicas de autogestión y solidaridad, la Escuela Comunitaria República Comunitaria mantiene sus puertas abiertas gracias a los aportes voluntarios de distintas instituciones, sindicatos, movimientos sociales, particulares, etc.
Hoy a los ojos de muchos el colegio es un modelo de autogestión. Para nosotros, como comunidad, es la posibilidad de transformar la educación actual con nuestras propias manos. Dejando atrás la verticalidad de los procesos educativos que conocemos, es la oportunidad de crear y dar forma a un nuevo patrón educativo, considerando la educación como una actividad cotidiana que no se restringe con el solo hecho de traspasar conocimientos en una sala de clases. Es la oportunidad para demostrar se pueden obtener logros mediante relaciones horizontales dentro y fuera del aula de clases, como también de manifestar que el mejoramiento de los procesos educativos se realiza de manera conjunta y en dialogo entre todos los sujetos involucrados (padres, madres, profesores, estudiantes), tomando en cuanta las opiniones de cada uno de los integrantes de la comunidad educativa.
[1] The clinic online, Apoderados desafían al Mineduc e imparten clases en colegio que fue “cerrado” en La Florida, 12 de marzo 2013
[2] Cooperativa.cl, Modelo de autogestión en escuela de La Florida, 21 de agosto de 2013.
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